Caminando muy temprano, tranquilo y de madrugada, andaba soñando un poeta un poema del amanecer, de pronto el poema tomó forma; forma de un inquieto muñeco… pero este no tenía: ojos, ni orejas, ni nada; entonces, le hizo una cabecita que contendría los más hermosos y puros pensamientos, luego, le pinto los ojos con colores muy limpios para que pudiera ver la vida con claridad, el modelo dos orejas con las que identificaría el trino de los pájaros y la risa de los niños que es lo mismo, le acomodó una naricita con la que percibía el aroma de las flores y la suave brisa de las montañas, después, le dibujó una boquita con la cual reiría y le cantaría al mundo que la alegría de vivir no está en el poder sino en el servir y también, con esa boquita de muñeco dirá te amo, porque los dos somos un sueño, una ilusión. Le puso después dos bracitos, los cuales extendería tanto que con uno tocaría la imaginación de los niños y con el otro despertaría a esos poetas que andan por la vida soñando con algún poema del amanecer.
Interacciones con los lectores